Despertar con una vista al mar, viajar por el mundo haciendo lo que amas, ser una inspiración para muchos, tener estabilidad financiera y vivir tu vida soñada. Es algo con lo que muchos desean, y que Juan Carlos Garduño vive todos los días. Hoy es Senior Presidential Director (SOP), el rango más alto de una compañía AAA+, pero su historia no empezó entre lujos, sino entre preguntas sin respuesta, viajando en el metro y autobuses abarrotados en la Ciudad de México una vida en la que el dinero no alcanzaba ni para soñar.
Hablemos claro: ¿qué harías tú si crecieras viendo a tus padres angustiados por la constante falta de dinero , estudiando dos carreras que no sirven para nada ( más que para tener un título que sirve de poco y nada ) y trabajando desde los 17 años solo para sobrevivir? Juan Carlos lo vivió. Nació en una familia completamente disfuncional en México, donde la mentalidad era clara: “Estudia, trabaja, repite… y reza para que algún día alcances a pagar la renta”. Pero él se negó a aceptar ese guión.
Ese mismo joven que viajaba en transporte público y cuyo único sueño era tener coche propio, hoy enseña a miles cómo construir riqueza desde cualquier lugar del planeta. ¿Cómo? No fue un golpe de suerte. Fue una decisión radical: romper con todo lo que le dijeron que “debía ser” para alcanzar todo su potencial.

Y ahora, la pregunta que te hará cambiar la forma de ver las cosas: ¿Si un niño criado entre disfuncionalidad, escasez y falta de mentores pudo reescribir su destino… ¿Qué excusa tienes tú?
Este no es un artículo sobre network marketing. Es una prueba de que los límites solo existen en la mente. Y si estás leyendo esto, es porque algo en ti sabe que mereces más. ¿Listo para descubrir cómo un mexicano de clase media pasó de la desesperación a inspirar a miles? Agarra tu café (o tu té), siéntate cómodo y prepárate: esta historia no te dejará igual.
Infancia y juventud
Como muchos, Juan Carlos creció en una casa donde las conversaciones en la mesa no eran sobre sueños, sino sobre deudas, de todo lo que no es posible para la familia, ansiedad, angustia, violencia y todos los daños colaterales que crecen con la falta de dinero. Donde el sonido de fondo no es la risa, sino el suspiro de los mayores calculando cómo pagarán la renta o la despensa. Así fue la infancia de Juan Carlos, en un hogar en México, donde el amor era real, pero el miedo a no llegar a fin de mes era aún más tangible.
Su familia vivía bajo un mantra tóxico: “Estudia, consigue un trabajo estable, y repite el ciclo hasta que te jubiles… si es que puedes”. ¿Te suena? Seguro sí. Porque es la misma canción que nos cantan a muchos en Latinoamérica y en el resto del mundo: “Sé práctico, no sueñes”. Pero nuestro protagonista tenía una inquietud que no encajaba en ese molde. Mientras sus padres hacían lo mejor que podían, él se preguntaba: “¿Realmente esto es todo lo que la vida ofrece?”. Se negaba a creer que eso fuera la única opción disponible.
A los 17 años, la necesidad lo empujó a su primer trabajo. No por ambición, sino por supervivencia. Y aunque estudió Relaciones Internacionales y Mercadotecnia —dos carreras que, según la sociedad, lo llevarían al “éxito”—, pronto descubrió la cruda verdad: los títulos no eran un pasaporte a la libertad, los trabajos no están diseñados para llevar a nadie al siguiente nivel, únicamente te tienen dando vueltas en el mismo lugar.
Pero aquí está el detalle que muchos ignoran: la frustración no lo derrotó, lo entrenó. Cada día que volvía a casa en el transporte público repleto de gente, soñaba con que algo sucediera en su vida que le permitiera romper con ese ciclo de mierda, ¿cómo poder romper con generaciones de pobreza?
¿Cómo era posible que, teniendo dos carreras y trabajando sin parar, ni siquiera pudiera comprarse un auto usado?

Primeros intentos de emprender
Tras siete años atrapado en trabajos que solo le daban para subsistir, descubrió la trampa más grande de todas: la falsa seguridad del empleo, a lo que él mismo llama la incomodidad de lo cómodo .
Todo comenzó con el sueño de tener un auto propio. No era un capricho. En la Ciudad de México, subirte al transporte público no solo significa perder horas en el tráfico, sino jugarte la vida entre asaltos y microbuses destartalados. Para él, un auto no era un lujo, era un salvavidas. Pero con salarios tradicionales, ese sueño parecía tan lejano como viajar a Marte.
—¿De qué sirve trabajar 12 horas al día si ni siquiera puedo comprarme un coche usado?— se preguntaba, mientras veía cómo su sueldo se esfumaba en gastos básicos.
Hasta que un día, decidió convertir la desesperación en combustible. ¿Sabes esa chispa que nace cuando ya no aguantas más? Juan Carlos la sintió. Junto a su hermano Rodrigo, pidió un préstamo arriesgado y lanzó su primer negocio: una cancha de fútbol rápido con… ¡Comentaristas en vivo! Todo el mundo los criticó y les dijo que estaban locos, mientras otros ofrecían partidos aburridos, ellos crearon un espectáculo. La gente no solo jugaba: se reía, gritaba y se sentían profesionales. El éxito fue instantáneo.
Pero no se detuvo ahí. Su segundo acto de rebeldía fue aún más audaz: un autolavado con chicas en bikini. En una ciudad donde lavar un auto era una tarea gris, él lo convirtió en una experiencia vibrante. ¿Polémico? Quizá. ¿Innovador? Absolutamente.
Claro, no todo fue color de rosa. Hubo noches sin dormir, préstamos que asfixiaba y momentos en que el miedo le gritaba: “Vuelve a ser empleado, al menos eso es seguro”. Pero Juan Carlos siempre siguió luchando por una vida mejor.
El encuentro con el Network Marketing, el punto de quiebre
¿Qué harías si alguien te prometiera libertad financiera, viajes por el mundo y tiempo para vivir… pero todo sonaba demasiado bueno para ser verdad? Juan Carlos se enfrentó a esa pregunta en 2008, cuando una llamada lo invitó a unirse a una compañía llamada AGEL.
Su reacción inicial fue la de cualquiera que al que le han hecho promesas vacías: “¿ESTO TAN BUENO NO PUEDE SER VERDAD, por qué nunca escuché algo así?”. Pero algo en el fondo de su corazón le decía que aceptara la propuesta. NO TENÍA NADA QUE PERDER Y TODO QUE GANAR.
—¿Y qué tal si funciona como dicen?— se dijo, mientras recordaba sus negocios exitosos pero agotadores. El escepticismo luchaba contra la desesperación silenciosa de querer algo más. Y así, con más dudas que certezas, aceptó ir a un evento en Austin, Texas. Lo que vivió ahí no solo cambió su vida… le arrancó las dudas de raíz.
Entró en un salón con 2,000 personas vibrando de energía, donde el escenario no lo ocupaban vendedores de humo, sino leyendas como Randy Gage y Eric Worre. Gente común contando historias extraordinarias: madres solteras, empleados comunes, estudiantes… todos convertidos en dueños de su tiempo y dinero. Pero hubo una historia que le partió la cabeza en dos: la de Nat Punaraputra, un hombre que pasó de vivir en una choza de paja en Tailandia a pasearse en limusinas y mansiones.
—Él no tenía dinero, ni contactos, ¡ni siquiera hablaba inglés! —recuerda Juan Carlos, aún con emoción—. ¿Y sabes qué pensé? “Si él pudo… ¿Por qué yo no?”.
En ese momento, algo hizo clic. Las excusas se desvanecieron: ¿Mal inglés? No importa. ¿Falta de experiencia? Irrelevante. Esta historia le mostró que el network marketing no era para “elegidos”, sino para los que se atreven a creer en lo imposible.

Construyendo un imperio dentro del Network Marketing
No hubo medias tintas. Al regresar a México, comenzó a hacer presentaciones una tras otra. ¿Te imaginas a un tipo con dos carreras universitarias, dueño de negocios exitosos, hablando por primera vez en su vida en todo tipo de escenarios de cómo se puede alcanzar la libertad? Él lo hizo.
Cuando Juan Carlos decidió poner todos sus esfuerzos en el Network Marketing, su teléfono no paraba de sonar: amigos que le decían “ya déjate de eso”, familiares que le rogaban “busca un trabajo de verdad”. Pero él tenía una ventaja secreta: había tocado fondo en el “mundo real” y sabía que ahí no había NADA PARA ÉL.
Así que, mientras otros hablaban, él actuaba. Su estrategia era simple, pero brutal: hacer presentaciones masivas en la CDMX hasta que le salieran callos en la voz.
Luego de un tiempo, México le quedó pequeño. Pronto, su red comenzó a cruzar fronteras. De Colombia a Argentina, de Europa a Asia, pasando por Estados Unidos, Juan Carlos viajaba con una maleta y una convicción inquebrantable. ¿El resultado? Un equipo que crecía cada vez más.
Pero el momento cumbre llegó cuando, en solo 6 meses, superó en resultados a sus propios ídolos. Eric Worre, Randy Gage, figuras que admiraba, quedaron atrás en ventas y logros. $3.5 millones en comisiones no fueron sólo un número: fueron la certeza de que un mexicano de clase media podía romper las reglas del juego.
Y aquí viene lo que cambió el rumbo de su trayectoria: no solo los superó, sino que aprendió y se alió con ellos. Juan Carlos estuvo presente en Hayman Island Australia y en San Francisco California cuando Eric Worre creaba y lanzaba su libro Go Pro: 7 Pasos para Convertirse en un Profesional del Mercadeo en Red —el libro de Eric Worre que es biblia en la industria— y Juan Carlos tiene su propia versión con la historia de éxito latina para que cualquier persona pueda convertirse en un profesional de las redes de mercadeo (llamada MLM PRO CON JUAN CARLOS GARDUÑO) esto lo consolidó como uno de los más grandes líderes de Networkmarketing en América Latina.

Consejos de Juan Carlos Garduño para alcanzar el éxito
No podemos dejar de mencionar que para Juan Carlos Garduño, el éxito nunca fue solo cifras en una cuenta: fue un pacto con sus mentores, su abuela, su conciencia. Todo comenzó con dos voces que marcaron su brújula:
- Jim Rohn, el legendario gurú que le enseñó: “Para que las cosas cambien, tú debes cambiar primero”.
- Su abuela, la mujer que sobrevivió a la Revolución Mexicana y le inculcó: “Ayuda a otros, aunque tengas poco y mantén tu palabra”.
Sin embargo, Juan Carlos no nació con esta mentalidad. La desarrolló, la construyó. ¿Cómo? Con una obsesión casi religiosa por el desarrollo personal. Mientras otros gastaban en autos de lujo, él invertía en:
- Audios motivacionales (¡lleva 18 años sin escuchar música en el coche!).
- Eventos y seminarios (prefiere perderse una fiesta que un taller de liderazgo).
- Capacitación constante (Juan Carlos lleva 18 años aprendiendo de los mejores del mundo algunos como Tony Robbins con quien ha podido compartir escenario entrenando a miles de emprendedores)
Por qué elegir LifeWave :
Juan Carlos lleva 18 años dedicado a promover la salud y la transformación humana. existen cientos de compañías que venden miles de productos, suplementos, cremas, aceites, todo tipo de productos para la salud humana, pero nunca había existido una compañía que tuviera una tecnología patentada única en el mundo.
Una que nadie más puede hacer por los próximos 16 años, utilizando como único ingrediente y fuente de poder la luz infrarroja que emiten los seres humanos.
En 18 años moviendo suplementos nunca había tenido una tecnología que diera resultados contundentes en el 90% de las personas desde la primera semana de uso, esto es algo que motivó mucho a Juan Carlos. Principalmente, porque ayuda a que su equipo con o sin experiencia pueda crecer y expandirse por el mundo a gran velocidad. Esto es lo que sucede cuando tienes una tecnología que verdaderamente hace lo que dice que hace.
Por si fuera poco, en esta compañía tienen un plan de compensación verdaderamente bien balanceado, para que la gente pueda generar ingresos reales, en el corto, mediano, y largo plazo.
Y por supuesto, es una compañía que tiene una combinación muy extraña. Por un lado, tiene una solidez de 20 años, con operaciones en 90 países, pero la comunidad latina acaba de comenzar hace seis meses, el mercado está completamente virgen, es una verdadera oportunidad de océano azul para cualquier emprendedor, en palabras de Juan Carlos:
Es el vehículo con el que siempre había soñado para poder ayudar a hacer un cambio profundo en la salud y en la economía de millones de personas.
Asimismo, en 25 años que Juan Carlos lleva en el mundo de la salud y el bienestar, esta es la primera vez que una tecnología le cambia por completo la vida a él y a varios miembros de su familia.
¿Y tú? ¿Inviertes en tu crecimiento o solo esperas que el éxito llegue por arte de magia? Juan Carlos tiene claro que las habilidades se desarrollan, pero la grandeza se cultiva día a día. Y si un niño que creció entre carencias pudo convertirse en faro para miles… ¿Qué te detiene a ti?